Eché un vistazo hacia el cielo y solo vi oscuridad
y mi alma se turbó en gran manera
porque la luz que alumbra mis noches estaba oculta
y mis manos querían traspasar la tiniebla mas no lograba llegar
mientras me mojaba la lluvia lentamente
y mis pensamientos se esfumaban bajo la noche sin luna.
Intenté respirar y ni aliento salía de mi ser
y comencé a asfixiarme y a contener lo poco que me quedaba
en mi interior, mas sentía de cerca la muerte
rondando muy cerca de mi alma
agobiándome a cada instante
y susurrando a mi mente pensamientos de maldad.
Mis rodillas se paralizaron, mis brazos no pudieron más
y caí devastado con mi rostro en tierra
esperando el momento final donde dejaría de sentir
y justo en ese momento de terror
queriendo secar mi llanto con un ultimo movimiento
en un charco de agua pude ver el rayo de luz que me salvó.
Aun sin creerlo extendí mi mano
que a cada instante se reflejaba
con más intensidad sobre el agua
y pude ver con una alegría ingenua
nuevamente la luz de la luna
que irradia una quietud inexplicablemente firme.
Poniéndome sobre mis rodillas
y mis manos extendidas hacia el cielo
pude comprender que allí estaba ella
esperando la oportunidad de alumbrar mi camino
y tener la oportunidad de compartir a la distancia
un refrescante baño de luna llena.
Mario Asturias Villa
PASION DE POETAS
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