lunes, 18 de febrero de 2019


No hay nada de lo que un hombre pueda jactarse
Si no abre su alma en total honestidad,
No hay valor alguno en su palabra
Si sus actos demuestran total infragilidad.
Un te amo entre las sombras no le hace astuto
Solamente un títere de su cruda y efímera razón
Tan vana como el tamo que arrebata el viento
E irreal como el contenido de su negro corazón.
Vagando entre las flores para arrebatar el polen
Perteneciente a la misma naturaleza ajena a él,
Consumiendo de sus entrañas lo único de valor
Que es tan ínfimo como los dichos de sus labios.
Hombres por Dios!
Quién les enseñó a ser dueños de lo prohibido
Y por sus propia mano convertirlo en añicos
Mientras los niños gritan en casa su fatal acierto.
No hay nada rescatable en la sucia condición
Que los delata porque siempre viven en actuación
de bajas pasiones, arrastrando pobres corazones
Entregados a un sentimiento real, casi divino.
Mejor les hubiese tocado la suerte de no nacer
Y caminar en las sombras lejanas sin daño hacer,
Pero están aquí entre nosotros con pasivo furor
Que los despierta para arrancar los dedos de otras manos.
Mientras yo, unido al lamento de muchas almas
Clamantes de una caricia real a la luz del sol
Reconozco que no hay mejor destino en mi andanza
Silenciando mi propia existencia que no tiene alabanza.
Juicio caiga sobre mis cansados hombros
Que no tienen calidez pues son como otros,
Condenados a lacerar mortal y despiadadamente
El amor que recibieron del cielo terrenal llamado mujer.
Mario Ave (AV)
Serie: Susurros de la noche

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