Humedad fúnebre siente mi nariz
al recorrer por los rincones
de una habitación vieja y desolada,
buscando entre los cajones
las lágrimas que derramé tiempo atrás.
Limpiando el polvo con mi alma
y mis viejas cosas con el pensamiento,
siento cómo el frío absorbe
mi tibio corazón dolido
mientras camino hacia el desván.
No tengo un porqué estar aquí,
y quizá solo quería sentir el hielo
que yo mismo traje a mi chimenea
en el momento que decidí perder
el dulce sabor de la vida junto a ti.
La penumbra y el olor a viejo,
las hojas secas y el polvo en el suelo,
mi cabeza mojada de tanta soledad,
el dolor y el sufrimiento que llevo en la piel,
me hacen sentir moribundos escalofríos.
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