El viejo roble nunca pudo entender
por qué en sus días de gloria y frondosidad
los enamorados lo visitaban
y los niños de sus ramas se colgaban;
hoy en el lecho del olvido,
rodeado de musgo más que de risas y festejos
las aves han abandonado el nido
y la inquietante duda que lo apremia;
pues por sus años vio la alegría,
el llanto y el descanso de viajeros
y hoy su corazón ingenuo,
confundido y hecho trizas sin aún saberlo
es llevado al astillero.
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