Me has prestado tu piel canela
para imprimir el deseo apasionado
de una noche a la luz de la vela,
un poco de vino y a tu cama encadenado.
De tus labios escuché el relato más ensordecedor
porque cada gemido contaba una historia sexual,
tu cuerpo, el mío y sin testigo alguno
pues ni la luna se atrevió a desnudar su esplendor.
Sudaste mi vientre y yo mojé tu cintura,
me diste de tu virtud y yo derramé mi amor en ti,
cerraste los ojos y reíste sin parar
mientras yo en silencio contemplaba tu mirar.
Metí mi dedo en tu vientre
y pícaramente me guiaste por la senda
que siempre te lleva a las estrellas
entre tanto susurraba que eres muy bella.
El sabor salado de tu esencia me hizo delirar
pero tú gritabas mi nombre sin cesar
y aún sin saberlo mi eterno amor dejé
escrito sobre tu vientre.
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