miércoles, 17 de febrero de 2010

Amor Ajeno


Confesar un amor ajeno es triste,
pero aún peor para quien lo cree
porque navega en aguas turbias
y falsas olas te hacen navegar.

Cuanto más sientes que estas enamorado
mas duele el corazón erosionado
por las falsas promesas
y los pretextos de plenitud erótica.

Un triste amor, enlutado por la ausencia,
ausencia de honestidad,
ausencia del dulce sabor
en el paladar del amante fortuito.

Así es el amor ajeno,
tosco, libre de movimiento,
porque el único lugar para expresarlo
es en la cama, la alfombra o una mesa de noche,
apolillada por el vicio de un amor frenético
que se perdió la oportunidad de ser feliz
al encontrar el placer en el olvido
y en la ausencia de un compromiso real.

Decisiones llenas de fatalidad y orgullo
encendidas por labios dulces como el ajenjo
y fastidiosos cuando se dice un adiós
deseosos de recibir más veneno de amor ajeno.

Confesar un amor ajeno es triste,
pero más triste es vivir enajenado de la vida,
pretendiendo vivir de la pasión extraña
y del vino que fue extraído de uvas de otro viñedo.

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